Si bien a finales de 2020, los accionistas de Air Transat aprobaban la oferta a la baja de Air Canada (AC). Finalmente, la AC desistió de proseguir con la adquisición de la aerolínea vacacional, tras no llegar a un acuerdo con los reguladores europeos.
La aerolínea de bandera de Canadá ofreció soluciones para satisfacer las preocupaciones de la Comisión Europea (CE), que cree que la fusión monopolizaría los vuelos entre la Unión Europea (UE) y Canadá. Fuentes de la aerolínea indicaron «Se ha hecho evidente, que la Comisión Europea no aprobara la adquisición basándose en el paquete de soluciones que se ofrece actualmente» y detallaron “proporcionar recursos adicionales y onerosos, que aún pueden no obtener una aprobación de la Comisión Europea, comprometería significativamente la capacidad de Air Canada para competir internacionalmente”.
Según la CE la fusión entre ambas aerolíneas podría perjudicar al pasajero, con por ejemplo incrementos en los precios de los billetes, o menos posibilidades de conexiones para cruzar el Atlántico.
Según, Margrethe Vestager, comisionada de la competencia de la UE, ante esta nueva situación Air Transat buscará un nuevo socio para poder afrontar su situación financiera, además de buscar ayuda estatal del gobierno canadiense.
Con la unión de ambas compañías, Air Canadá pretendía crecer en tamaño para competir con otros grandes grupos aéreos a nivel mundial, al mismo tiempo que le hubiera permitido aumentar sus operaciones en Montreal, así lo comentaba Calin Rovinescu, presidente y CEO de Air Canada, a mediados de 2019: «También nos permitirá hacer crecer nuestro centro de operaciones en el Aeropuerto de Montreal-Trudeau, donde hemos agregado 35 nuevas rutas desde 2012 beneficiando a los habitantes de Montreal y Quebec».