Si comienza sus vacaciones ahora y tiene que tomar un avión, tómeselo con calma, el caos en los principales aeropuertos europeos es ya una nueva normalidad (otra).
Tras las restricciones de viaje decretadas por la pandemia, el sector esperaba un incremento en las ganas de viajar de los ciudadanos.
Aun siendo cierto que la demanda de viajes aéreos está por encima de lo previsto. ¿Aeropuertos y aerolíneas lo esperaban de verdad? ¿Cómo se prepararon para ese incremento de la demanda? En pocas palabras: no lo hicieron.
Heathrow, Schiphol, Barcelona, Frankfurt, por poner solo algunos ejemplos, son la pesadilla de miles y miles de ciudadanos europeos que ven cómo sus vuelos se cancelan o retrasan, se pierden enlaces, se pierden maletas, se pierde dinero, se pierden días de vacaciones, se pierde la paciencia…
Entre el primero de abril y el 29 de junio los diez principales aeropuertos europeos cancelaron más de 64.100 vuelos.
El caos no es exclusivo de Europa. EE.UU. sufrió el pasado 4 de julio más de 21.000 vuelos cancelados y 12.000 retrasados. En solo un día.
¿Por qué está ocurriendo?
En parte, la causa de este caos es provocada por la falta de personal. Según la Federación europea de trabajadores del Transporte, el 58,5% de los trabajadores de tierra fueron despedidos durante la pandemia. En el pico de la pandemia las aerolíneas y aeropuertos europeos despidieron a más de 191.000 trabajadores. Ahora, con el rápido rebote del transporte aéreo, simplemente no hay suficiente personal contratado para manejar el enorme volumen de pasajeros, equipaje, controles de seguridad, etc. Formar nuevo personal no es tan rápido como ha crecido la demanda, de modo que, sin duda alguna y respondiendo a la pregunta del comienzo, no, el sector no se preparó para el aumento de la demanda.
Súmenle además que muchos de los trabajadores del sector están cansados de soportar penurias en sus condiciones laborales y salariales arrastradas ya desde hace demasiado tiempo, incluso desde antes de la pandemia. British Airways, Ryanair, easyjet, Lufthansa, entre otras están inmersas en procesos de huelga de sus empleados, desde pilotos y tripulantes de cabina a trabajadores de tierra. En breve, y si no se corrige la situación, se unirán los pilotos italianos, y los bomberos de Charles De Gaulle y probablemente los controladores franceses (aunque esto ya es un clásico cada verano).
Las aerolíneas intentan capear el temporal como pueden, British ha cancelado 8.000 vuelos de su planificación de verano, Lufthansa 3.100. Pero evidentemente no es la solución. Los viajeros han pagado su billete y los servicios asociados a él no pueden ser machacados ni ignorados con excusas.
Los europeos hemos aportado centenares de miles de millones de euros para rescatar a las aerolíneas y aeropuertos y proteger así nuestro derecho a la movilidad, derecho que no se está respetando.
¿Dónde ha ido ese dinero? ¿Por qué se despidió a todo ese personal con carácter permanente (España como una excepción con los ERTE) y por qué ahora no se les puede recuperar? ¿Por qué no se hizo caso de los datos que ya teníamos en los primeros tres meses de 2022, cuando, por poner solo un dato, Europa registró un aumento del 280% en las llegadas de vuelos internacionales con respecto al mismo periodo de 2021?
¿Hasta cuándo persistirá esta situación?
El CEO de Ryanair, O’Leary, no pudo ser más directo, como es habitual en él: “Las cancelaciones y retrasos durarán todo el verano”. Y añadió “Los pasajeros deben esperar que su experiencia de viaje sea poco satisfactoria”.
Estamos avisados.